Parecía que no nos metíamos suficientes guarrerías al cuerpo con los “yogures” bífidus activos... que misteriosamente nos hacen sentir mejor. Ahora, los creativos de Danone han sido más explícitos: con cada cucharada no sólo estamos más contentos, nos tragamos miles de espermatozoides que nos dan más fertilidad, “cucharadas de vida”: así llaman a esta nueva forma de orgasmizar. O es que pensabais que los vestiditos y los gorritos de los niños no tienen ninguna malicia (a pesar de ir de blanco “leche”)?
El anuncio, de galletas Digestive, comienza con una morena en paños menores sobre una cama deshecha.
-Dicen que un hombre guapo o está casado o es gay -afirma, con superioridad, la muchacha.
Entonces se abre la puerta del dormitorio y entra un cachitas a pecho descubierto con el desayuno en una bandeja. Ella agarra una galleta y la enseña a cámara. Es la primera vez que veo que sosteniendo una Digestive se puede dar a entender que se está de vuelta de todo.
-También dicen -añade- que una galleta no puede ser sabrosa y sana al mismo tiempo.
En definitiva, la galleta anunciada será sabrosa y sana sólo si el muchacho que entra en la habitación no está casado ni es gay. Partimos de la idea de que, al menos, es guapo.
Pero puede ser su marido. Ella no nos dice lo contrario. Tampoco sería tan raro, ¿no? Incluso podría estar casado con otra. O puede ser el amable hermano homosexual de la muchacha, cosa que explicaría por qué se depila el pecho. Es más, podría resultar que, a pesar de que quien paga manda, los publicistas hubieran querido dar a entender -entre líneas- que ni hay hombres guapos, heteros y solteros, ni hay galletas sanas y sabrosas.
Así pues, hasta que no se aclare oficialmente el estado civil y las preferencias sexuales del protagonista de este anuncio, no sabremos si merece la pena comprar este producto. Este humilde redactor de Spot se limita de momento a deplorar este tipo de publicidad engañosa y a exigir a empresas y publicistas mayor responsabilidad social. Y no son descartables otras acciones, como un posible boicot a las galletas de marras.
He de avisar de entrada: los niños no me gustan. Las niñas me gustan más, pero tampoco mucho. En general, los humanos menores de catorce años (más o menos) me ponen muy nervioso. No veo más que animaluchos relativamente blandos que esperan recibir caricias, simpatía, afecto y regalos por el mero hecho de existir. Cierto, los mayores de catorce y menores de, pongamos, ciento cincuenta, acostumbran a ser peores, pero qué le vamos a hacer, cada uno tiene sus manías.
Hecha esta confesión de prejuicios, no ha de sorprender a nadie que ver a un niño (o a una niña, claro) en un anuncio me produzca arcadas. Literalmente. No, no, no exagero: es que los niños de la tele son mucho peores que los de verdad.
Para empezar son todos iguales entre sí, pero diferentes a los reales. Por ejemplo, y en lo que se refiere al aspecto físico, responden, al menos, a una de estas características: 1) son rubios 2) son pelirrojos 3) tienen los ojos azules y/o 4) llevan una gorra del revés.
Además, visten como Eminem -así, en plan delincuente del Bronx, con esos pantalones caídos y camisetas por fuera- y usan expresiones que nadie -ni niños ni adultos- ha usado jamás. Alguien debería explicarles a los guionistas que "tope guay" o "chupi" son palabras que no forman parte del léxico habitual de los críos. A no ser que quieran recibir buenas tundas en el recreo por parte de compañeros concienciados y preocupados por la lengua.
Otra cosa curiosa es que no siempre anuncian productos para niños. La forma de distinguir si el anuncio es para niños o para mayores es la siguiente: Para niños: Suena una canción con letra imbécil y el niño acaba demostrando que es más avispado que los adultos, si éstos aparecen. Para adultos: El niño es zopaz o habla como aquel chico con problemas que siempre repetía curso. Aparece contrariado por cómo es el mundo de los mayores. Al final una pareja de modelos que hace de supuestos padres -aunque se nota que miran al chavalín preguntándose cómo se apaga- ponen cara de "ay, estos niños, cómo son :)", emoticón incluido.
O sea, qué rabia...
Pero no quiero olvidarme de los bebés. También son odiosos. Qué pasa, no me miréis así, ya dije que cada cual tiene sus manías.
Muchos anuncios con recién nacidos usan la manida técnica del antes y después. Antes (pañal sucio, papillas desagradables): lloran. Después (pañales tan absorbentes que deshidratan, potitos hipersabrosos): ríen y palmotean.
Los bebés suelen aparecer en grupo y siempre hay uno que está gordísimo (estilo mascota de Michelin) y otro que es negro. Si estás viendo la tele en compañía, siempre habrá alguien que de repente cambie la voz como poseído por la abeja Maya y diga aquello de qué moooonooooo (qué aaaascoooo).
De hecho, y visto lo visto, lo que me extraña es que a alguien le puedan gustar los enanos que salen por la tele. Je, sólo hay que pensar en Quique, en hola-soy-Edu-feliz-Navidad o en el niño del Kinder Bueno (¡ya lo sé!). Y si alguien que esté leyendo esto hizo algún anuncio de niño, que no se preocupe: soy consciente de que la culpa no es suya, sino de sus padres.
Quiero comprarme un coche chiquitito, resultón y no muy caro. Así que estos días atrás he estado leyendo anuncios por palabras, he convertido a autocity en mi página de inicio y me he centrado en los anuncios de automóviles. Ahora busco un coche que:
- Haga que mi marido/novio me quiera llevar al fin del mundo a dormir bajo un manto de estrellas y a mí eso me parezca una vulgaridad.
- Permita transportar un castillo hinchable de dimensiones mastodónticas con el que mis niños puedan jugar en la playa.
- Me dé libertad para apalear a mi marido/novio si a éste se le ocurre dar una patadita en una de las ruedas.
- Me transporte al Olimpo de los dioses
- Permita, si un día me encuentro con otro de frente en un puente por el que no cabemos los dos, intercambiarlo sin problemas
- Me convierta en una escultural mujer de treintaypocos que se escapa de fin de semana loco con su novio/amante... y dos niños y el perro
- Incorpore a Carlos Sobera en el equipamiento de serie
- Haga que se acelere mi corazón recién transplantado
- Una vez recuperado del fondo del mar, se haya convertido en un coche de 4 kilos por acción y efecto de la sal.
- Consiga que los pavos reales le hagan reverencias
Básicamente, estas cosillas. Si alguien ha visto algún modelo que se ajuste a estas características y que no pase de los 6.000€, por favor, que me lo haga saber. Es que me gusta conducir :)
... y con él, los sofocos y los anuncios de helados. Qué sufrimiento, oiga. ¿Por qué son todos TAN pornográficos? Pensad en el de Magnum y las fantasías sexuales con la estrella del rock. O el de XTreme y la chica sado-maso. O el del Maxi-Boom y el bisexual.
Que ocurre, que no se puede vender un inocente polo de fresa sin provocarnos todos los calores a los sufridos televidentes? Y luego claro, que pasa lo que pasa en verano...
A veces, muy de vez en cuando, hay un anucio que rompe tópicos. Romper tópicos también es una estrategia de ventas, los publicistas lo saben y la usan sin complejos. Pero hay que hacerlo bien, porque si no puede resultar bastante ridículo en un país con unos roles sociales tan marcados como este. Uno de los extraños casos en los que se ha acertado es el de la marca de quesos "El Ventero", que lleva unas semanas con una campaña estupenda.
Seguro que lo habeis visto. Dice que "El Ventero" le gusta a todo el mundo, a la madre (y sale una madre), al novio de la madre (y, oh! sale un negro estupendo), a la hija (y sale una hija) y al novio de la hija (oh! aparece un viejo gigoló al estilo de Arturo Fernández). Ni estructura familiar clásica ni leches. Y sigue así con el presidente de la compañía, que es chino.
Bravo, señores, así da gusto. Viva El Ventero. Y viva el novio de la madre.
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