El anuncio, de galletas Digestive, comienza con una morena en paños menores sobre una cama deshecha.
-Dicen que un hombre guapo o está casado o es gay -afirma, con superioridad, la muchacha.
Entonces se abre la puerta del dormitorio y entra un cachitas a pecho descubierto con el desayuno en una bandeja. Ella agarra una galleta y la enseña a cámara. Es la primera vez que veo que sosteniendo una Digestive se puede dar a entender que se está de vuelta de todo.
-También dicen -añade- que una galleta no puede ser sabrosa y sana al mismo tiempo.
En definitiva, la galleta anunciada será sabrosa y sana sólo si el muchacho que entra en la habitación no está casado ni es gay. Partimos de la idea de que, al menos, es guapo.
Pero puede ser su marido. Ella no nos dice lo contrario. Tampoco sería tan raro, ¿no? Incluso podría estar casado con otra. O puede ser el amable hermano homosexual de la muchacha, cosa que explicaría por qué se depila el pecho. Es más, podría resultar que, a pesar de que quien paga manda, los publicistas hubieran querido dar a entender -entre líneas- que ni hay hombres guapos, heteros y solteros, ni hay galletas sanas y sabrosas.
Así pues, hasta que no se aclare oficialmente el estado civil y las preferencias sexuales del protagonista de este anuncio, no sabremos si merece la pena comprar este producto. Este humilde redactor de Spot se limita de momento a deplorar este tipo de publicidad engañosa y a exigir a empresas y publicistas mayor responsabilidad social. Y no son descartables otras acciones, como un posible boicot a las galletas de marras.